El sector farmacéutico europeo se encuentra en ambiente hostil
La industria farmacéutica europea ha sido objeto de rumores y noticias en las últimas semanas porque se ha convertido en el objeto de deseo de los inversores americanos. En el nuevo contexto económico y empresarial que ha dejado la crisis, las empresas necesitan tamaño para competir. Pero, además, precisan ganar ese tamaño en segmentos determinados, apostar por un nicho en concreto. Porque se enfrentan, entre otras cosas, a una fuerte presión en los precios.
Pfizer ha manifestado su interés por comprar AstraZeneca, aunque ésta dijo el viernes que rechazaba el acuerdo. Es el movimiento más destacado, pero no es el único. El pasado 16 de abril BioAlliance Pharma comunicó que absorberá a la danesa Topotarget, lo que dará lugar al nacimiento de un nuevo gran actor europeo en el segmento de la medicina contra el cáncer a partir de junio. La canadiense Valean ha lanzado también este mes una OPA hostil por Allergan, fabricante de Botox, por 47 millones de dólares y la suiza Novartis ha llegado a un acuerdo con GSK y Ely Lilly. Sanofi ha llegado también a un acuerdo para invertir 700 millones de dólares en Alnylam Parmaceuticals.
Fuentes de la industria farmacéutica española afirman que todos estos movimientos “claro que nos afectan” y señalan que las fusiones que se hagan en el sector trasladarán sus efectos a las compañías en España, país por el que muchas de las multinacionales de esta industria han apostado en la salida de la crisis, pero no se quieren pronunciar más allá. En este sentido hay que destacar que las multinacionales farmacéuticas no han reducido su exposición industrial en España tras los recortes, al contrario. Laboratorios como Lilly, Roche y Bayer han apostado por instalar o reforzar las fábricas en nuestro país, gracias a la bajada de costes consecuencia de la reforma laboral.
Precios, patentes e impuestos
Y, ¿por qué estos movimientos e interés por las farmacéuticas en este momento? En primer lugar, Estados Unidos se ha adelantado a las fusiones y adquisiciones y ya han cerrado numerosos acuerdos en el país. Además, las compañías norteamericanas se enfrentan al patent cliff -el acantilado de las patentes-, es decir, para varios medicamentos importantes las patentes están a punto o acaban de expirar y se podrán fabricar bajo otras marcas o como genéricos, lo que presionará a la baja los precios y afectará a los márgenes de las empresas que tenían las patentes hasta ahora.
Según PriceWaterhouseCoopers -en el estudio From visión to decisión: Pharma 2020-, la pérdida de patentes es una amenaza relevante para el crecimiento del sector entre 2012 y 2018 y el impacto estimado podría rozar los 150.000 millones de dólares. La francesa Sanofi ya sufrió en 2013 el impacto de la pérdida de las patentes de Plavix, Avapro y Eloxatin: ingresó 1.600 millones menos en el primer semestre.
También KPMG subraya la importancia de la pérdida de patentes, que junto con la competencia de los genéricos, la falta de productos nuevos y la dificultad para el desarrollo de los mismos son una de las principales preocupaciones de estas empresas a medio plazo. Esto implica que las farmacéuticas que quieran mantener beneficios y una cuota relevante en el mercado de los medicamentos deben apostar por la investigación y destinar recursos a la misma.
Hay otras razones que impulsan a las empresas de Estados Unidos a comprar en Europa, pero no sólo en el sector farmacéutico, sino en todas las industrias: los beneficios impositivos. Tal y como señala un analista de Clearbrige, “para una gran compañía como Pfizer, con los actuales impuestos básicamente se le está animando a dejar su dinero en el extranjero”. El apetito por el riesgo de los inversores, que ven un entorno más favorable, es otra de las razones detrás de este gran número de acuerdos, ventas, salidas a bolsa y otros movimientos en el sector.